CAPÍTULO II
TIEMPO DE BÚSQUEDA
La
adolescencia es una etapa difícil, y aunque siempre estuvo presente en mi
cabeza Dios, realmente mis pensamientos esos años estaban en otro sitio, aunque
siempre he tenido un concepto de la moral que me ha impedido hacer ciertas
cosas, o me ha remordido la conciencia cuando he caído en algo. Dice la Biblia que es el Espíritu
Santo el que convence al mundo de pecado. Hoy, año 2004, me pregunto, ¿cómo
podía yo tener conciencia de pecado, si según el concepto protestante, uno no
recibe el Espíritu Santo hasta que no haces la profesión de fe en Cristo? ¿Cómo
no me puse a fumar porros cuando había algunos que lo hacían en mi entorno?
¿Cómo desde muy joven he rechazado el vicio del tabaco, aunque llegué a
probarlo? ¿Porqué cuando bebía más de la cuenta me sentía sucio por
dentro?¿Porqué no me gustaba pelearme y cuando alguien me provocaba y caía me
sentía triste y mal? Con esto no quiero
decir que no haya pecado en mi adolescencia, al contrario, he caído muchas
veces, pero había en mi un convencimiento de pecado en muchas áreas, y he hecho
tal vez algunas cosas verdaderamente malas si uno mira a Dios.
Cuando algún hermano
protestante me ha preguntado: ¿cuándo naciste de nuevo? He tenido dificultad en
contestar. La mayoría de ellos saben la fecha, como yo puedo acordarme del año
de mi primera comunión, pero yo no tenía fecha. Y yo me preguntaba: ¿Sería que
el concepto de nacer de nuevo es diferente entre católicos y protestantes? Y
protestantes hay de muchas clases y credos. Por ejemplo, los evangélicos niegan
el bautismo de niños y por tanto niegan el nuevo nacimiento que según la
Iglesia se produce del agua y del Espíritu.[1] Sin comprender lo
que esto significaba, yo lo atribuía a un renacimiento de tipo espiritual, que
es lo que yo comencé a experimentar antes de cumplir 20 años. Mi búsqueda se
puede decir que se inicia a finales de los años 80, cuando en plena
adolescencia comencé a interesarme por los temas paranormales y ciencias
ocultas, hasta el punto de subscribirme a la revista Mas Allá de la ciencia:
vida después de la muerte, fantasmas, espíritus, reencarnación, apariciones,
astrología, Ovnis, todos estos temas comencé a absorberlos poco a poco, y me
entusiasmaban, leía y veía todo lo que podía de esos temas. Obviamente yo no
sabía que eso era incompatible con mi condición de bautizado y por tanto
cristiano.
En 1990, yo
tenía 19 años. En aquel año también comencé a interesarme por “la astrología”,
con la que según mis propias palabras «Comienzo a entrar en contacto con otras
realidades», y también según mis propias palabras, «Esta ciencia me lleva a
comprender que Dios es aún más grande de lo que pensé hasta entonces»[2].
Comencé a comprarme libros hasta hacerme una biblioteca nada pequeña, y comencé
a dedicarle cada vez más tiempo a la astrología, hasta convencerme que era lo
que quería ser, y que era mi vocación. Esta ciencia dio rienda suelta a mi
espíritu filosófico, y llegué a escribir a veces frases geniales o estudios
propios acerca de diversos temas. Mi mente estaba muy metida en la
investigación de esta práctica astrológica y me afanaba en estudiarla. La
astrología me lleva a otra creencia. La reencarnación, e incluso a la mitología
de los planetas, entonces yo no era
consciente de lo incompatible que hace todo esto con el evangelio y la vida
eterna que Dios nos ha prometido.
Mi vida fue
siendo dominada cada vez más por la ciencia de los astros durante los años
1991-94, y a todos les hablaba en clave de astros, predecía el futuro, leía,
investigaba, quería hasta sacarme un título oficial para poder ejercer
profesionalmente.
Mi carácter es
irascible, duro, egoísta, conozco los celos, los nervios, la tensión es máxima
en mi vida, con mi novia por entonces, en mi casa, en mis estudios, y en todo.
Mi vida no va del todo bien.
Llegué a
realizar algunas cartas astrales por encargo, pero mi vida estaba planificada
por lo que decían los astros, y cada vez mas era esto así, también quería
planificar la de mis familiares. Mi vida espiritual entonces, creo que se
resumía a eso, pero es que es muy diferente de la doctrina cristiana, porque la
astrología te enseña que tenemos una personalidad que es muy difícil de
cambiar, unos defectos que se podían interpretar como virtudes, y unas virtudes
que se podían interpretar como defectos, el pecado no era tal, sino que eran
frutos de lo marcado por los astros, y había una sensación de limitación de la
libertad de la persona[3]. Si
los astros decían que iba a estallar en una discusión y sucedía, siempre me
quedaba el consuelo de decir: “estaba escrito”. Así estuve más de dos años,
hasta que poco a poco fui sintiendo que la dependencia astral me causaba cierto
vacío interior y que no era siempre bueno estar pendiente de los astros para
dar un paso en la vida. No la abandoné de inmediato, pero si me desligué un
poco de ella.
La muerte
trágica de un familiar en un accidente de tráfico me hace tomar conciencia de
la importancia de la vida como para que sea algo tan efímero[4].
También comienzo a tomar más conciencia acerca de lo que yo denominaba entonces
“la verdad espiritual”, y por primera vez en mi vida, comienzo a encontrar en
la Biblia el modelo a seguir en esta vida. Es por aquel entonces cuando
comienzo a tratar de orar a Dios con costumbre diaria. Percibo a Dios según mis
propias palabras y me da un gran alivio en los momentos duros. Y es que a Dios
se le busca sobre todo cuando las cosas van mal.
Fue por 1992
cuando comencé a recibir nuevas influencias de ciertos predicadores ciertamente
carismáticos, y que congregaban multitudes impresionantes por todo el mundo. Yo
les veía a través de un canal de televisión por satélite. Personajes como Morris
Cerullo, Benny Hinn, o también Keneth Copeland, y por supuesto de sus
doctrinas, muy parecidas. Todos ellos tenían en común el idioma, el inglés,
pero para mí no era difícil entenderles. Mi conocimiento del inglés me hizo
poder comprenderles. Sobre todo del primero llegué a leer varios libros, e incluso
llegué a identificarme con el y su “ministerio”. Quise pertenecer a su
organización llamada “ejercito victorioso de Dios”.
Lo consideraba
un buen maestro, y aunque me sentía extraño por algunas cosas, otras me
cautivaban, su carisma, su forma de hablar firme y hasta arrogante, en
contraste con la imagen que yo tenía de los católicos. La influencia que tenía
en sus oyentes, en contraste con el panorama de iglesias vacías y envejecidas
que yo tenía en mi cabeza. Este predicador y sus predicaciones me daban “más
profundidad, realismo y consistencia a mi relación con Dios” (según mis propias
palabras anotadas en mi agenda). A partir de aquí se inicia un periodo en que
tengo la sensación de un crecimiento espiritual, comienzo a gustar de escribir
acerca de Dios y el mundo espiritual, aunque mi faceta de escritor se remonta
años atrás. Comienzo a leer libros de ese predicador, “provisión total-súplica continua”,
como luchar contra Satán y obtener provisión total en mi vida. Promesas de
prosperidad material y espiritual que me cautivan.
Estas
enseñanzas me están despertando algo nuevo, me siento transformado y me siento
consciente de haber encontrado la misión de mi vida después de mi corto periplo
por la astrología, entonces comienzo a tratar de transmitir a todo el que puedo
lo que voy aprendiendo, por ejemplo a mi madre o con mi novia de entonces. Con
mi madre si voy notando un cambio progresivo. También es mi deseo el de hablar
a otros, de llevar el conocimiento a todos los “desviados” del camino, que
obviamente son para mí, todos los que no entraran en esta línea.
Las enseñanzas
que estoy absorbiendo tratan de convencerme de que recibiré de Dios todo lo que
yo pida con fe[5]. Claro que todas estas
enseñanzas las voy mezclando al mismo tiempo con mi práctica astrológica que
siguen conmigo, la cual siento un complemento a mi vida espiritual, y me siento
muy espiritual. Mi necesidad económica de la época final de mi adolescencia, me
hacen agarrarme a estas enseñanzas de una “súper-fe” que todo lo puede. Lo malo
de las falsas doctrinas es que casi todas están sacadas de una utilización
sesgada y particular de la Biblia, pero una persona inmadura es difícil que se dé
cuenta de eso, por eso me sentía impresionado por las verdades que parecían
estar revelándose en mi vida.
También
observaba a través de estos predicadores, que los milagros que vemos en la
Biblia parecían seguir ocurriendo en sus cruzadas de evangelización y actos
multitudinarios[6], de manera que yo comencé a
predicar también que eso era posible hoy, y que yo podía incluso ser usado por
Dios para mostrar su poder sanador.
[1] (Jn 3,3)
[2] Yo atribuía lo que veía a
cosas de Dios, maravillado y fascinado sobre todo por la belleza del universo,
los astros, las estrellas, pero también entiendo que influenciado por el auge
de estas antiguas ciencias ocultas que me llegaban a convencer de que aquí
encontraría la respuesta a los enigmas de la vida.
[3] Yo estaba experimentando
lo que algunos Padres de la Iglesia como San Agustín ya han dicho.
[4] Algo así como, “Si todos
nos vamos a morir, la vida tiene que tener algún sentido mayor que el temporal”
[5] Basado en una falsa
doctrina llamada “evangelio de la prosperidad”.
[6] Personas que decían ser
curadas milagrosamente de enfermedades durante estos actos multitudinarios, con
una puesta en escena espectacular, con la gente levantando los brazos, hablando
en lenguas y cayendo por el suelo, como si una fuerza los empujara.
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