CAPÍTULO
PRIMERO
MIS INFLUENCIAS / RAICES
Desde niño he
tenido un sentido especial de religiosidad y sentido de la existencia de algo más
allá de lo material de este mundo. Siempre he vivido la Semana santa con
especial emoción ya desde muy temprana edad, ya que era un momento en el que
parecía que todo olía más a Dios y a cosas religiosas. En el colegio sacaba
sobresaliente en religión católica. Recuerdo no molestarme al contrario que mis
compañeros de clase, cuando tenía que hacer algún trabajo mandado por la
profesora, una monja, de la que tengo recuerdo. El día de mi 1ª comunión sentía
un gusanillo especial, y también recuerdo la emoción que me produjo la 1ª
visita de Juan Pablo II a España en 1982 (11 años), aún sin comprender todo,
pero aquel momento me pareció muy especial para España.
Yo no seguí
asistiendo regularmente a la
Iglesia después de la primera comunión, cosa bastante habitual
en este tiempo. Desconozco el motivo. Tengo un recuerdo lejano de eso. Es como
si al cumplir con la primera comunión ya no me sintiera obligado a continuar, o
tal vez fuera influenciado por que en mi familia nunca existió la práctica de
asistir a la Misa dominical. Recuerdo haber ido muchos domingos al campo y a la
playa con la familia, pero no recuerdo haber asistido a la Iglesia con ellos nunca.
No les reprocho, ya que considero que sólo Dios sabe porque esto pasó así. De
cualquier forma, si recuerdo que cuando fui creciendo más, me gustaba ir de vez
en cuando a la Iglesia sobre todo por oír palabras del evangelio, pero me
sentía fuera de sitio cuando sólo veía a pocos allí y sobre todo personas muy
mayores. Sentía a veces como frialdad. Todo hubiera sido diferente tal vez, si
hubiera tenido personas en las que apoyarme, amigos o algún tipo de acogida por
parte de alguien.
Si me preguntaran
entonces a que iglesia pertenecía, yo diría: A la católica, ¿es que hay otra?
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