CAPÍTULO
SEXTO
NUEVO INTENTO
Escrito el 6 de julio de 2004 en mi diario:
Este mes se cumple un año que llevo
congregándome en una iglesia evangélica. Realmente he ido de más a menos.
Llegué con esperanza y bastante sacrificio el primer día. Aun recuerdo la
sensación extraña, algún hermano
acercándose a mí y hablándome un poco de su experiencia. Antes de él,
otro hermano fue el primero en interesarse por mí. Sensaciones extrañas. Luego
enseguida trato de acercarme a ellos cuando uno de ellos me invitó a reunirme
con José María[1] en su casa. Con el tiempo
llegué a la conclusión que su intención era “discipularme”[2], pero
realmente no le di oportunidad ya que desde el principio mi forma de actuar era
la de “compartir”. Deseaba ser libre, y yo no me sentía totalmente seguro
después de los fracasos anteriores. No quería involucrarme demasiado, y mi
pretensión era ir poco a poco y con pies de plomo, observando y estando atento.
Mi boca estaba deseosa de hablar de Cristo y anunciar a Cristo, y enseguida me
di cuenta de que en aquella casa ocurría algo extraño. José María era la confusión
personalizada. Pronto surgieron las primeras tensiones y traté en todo momento
de ayudar a la evangelización de aquella casa. Para ello sentía yo en mi
interior, que me había estado preparando todos mis años inmediatamente anteriores
a mi relación con las iglesias protestantes[3]. Creí
que estaba desarrollando mi trabajo para Dios, y mi intención era esa.
El hermano que me acompañaba, uno de los
maestros de esa iglesia evangélica, tuvo que marcharse muy pronto para su país
por problemas familiares. Creo que era de Honduras. El me pidió por favor que
siguiera visitando a José María. Para mí fue la confirmación de estar
cumpliendo mi vocación. [4] Lo
tome como un reconocimiento personal, y un gesto de confianza, aunque yo no iba
a ir solo sino que otro hermano de los líderes de la congregación iba a
acompañarnos.
Poco tiempo pasó para “percibir” que el intento de discipularme[5]
continuaba, aunque cambiando el maestro.
Antes de marcharse tuve algunas charlas mas
con el hermano que me presentó a José María. De esas charlas trataba de
convencerme con arduas explicaciones para que fuera a la iglesia los jueves
y el domingo por la tarde. Un poco abrumado
por sus palabras, me sentí un poco “obligado” pero pensé que debería “ceder” un
poco en mis pensamientos y sacrificarme y adaptarme. Debía “cumplir” o tenia
temor de quizás no estar actuando cristianamente. Seguramente las malas
experiencias anteriores me hicieron dar un poco mi brazo a torcer, a ver qué
pasaba. Estaba llegando a un punto donde no había llegado antes. En principio
le dije: “si puedo, iré”. Llegó el domingo y acudí por la tarde también. Me sorprendió
solo ver a emigrantes. Rápidamente pude comprender que todos los que estaban allí
eran “novatos” y de nuevo como en casa de José María, sentí que era otro
intento de “acostumbrarme” o “enseñarme” la forma de celebrar los cultos de esa
iglesia evangélica.
Sentí aquello como una especie de segundo turno
tras el culto de por la mañana o un culto de segunda división. ¿De nuevo
“discipulando”?
Mirando hacia atrás me molesta pensar en cómo
todo parece un intento de “acercarme” pero sin decírmelo claramente. Era como
una estrategia de parte de ellos. Un modo de actuar con todo aquel que se
acerca nuevo, o procedente de la Iglesia Católica, como era mi caso. No volví
mas por la tarde y además aquel día se despedía aquel hermano por tres meses.
No lo volvería a ver al menos en ese tiempo. En mi cabeza me rondaba aún la
preocupación por bautizarme y se lo confesé así. El se aseguró de que yo entendía
el significado, y tal vez le sorprendió que supiera explicarlo sin que ningún evangélico
me hubiera enseñado eso. Me mostró su interés especial por bautizarme el mismo
a su regreso. Por fuera le dije que si pero mi corazón no lo tenía muy claro
¿esperar tres meses más? Además, el tenia una idea de cómo quería hacerlo, pero
mi idea era hacerlo en el mar, fuera de la iglesia evangélica. Mirando atrás,
creo que ese deseo mío de bautizarme tenía dos motivos. Uno, el cumplir con
aquello que a mí me parecía que era un verdadero bautismo, el cual debía ser de
adulto y consciente. El no ver en la Biblia bautizos de niños, hizo que yo
creyera entonces que el bautizo de niños no tenía mucho sentido. Mis contactos
con protestantes me hicieron dar más base a esa creencia mía de entonces. El
segundo aspecto, era que yo deseaba ser fiel a Dios y cumplir lo que yo creía
que era un requisito obligado, y que realmente lo es. El de bautizarse. La
cuestión, es que yo ya había sido bautizado de niño, y creía que ese bautismo
no podía ser válido al no tener yo conciencia.
Con pensamientos algo distintos nos
despedimos con un abrazo, prometiendo escribirme[6]. De
cualquier forma su oferta me hizo dudar al principio, sobre todo porque me ofreció
preparar una especie de testimonio para leerlo en la iglesia a su vuelta. La
idea me tentó lo suficiente para dudar si mi bautismo tendría que ser como él quería.
Con todo, los primeros meses asisto con
regularidad a lo que ellos llaman “cultos de alabanza y predicación”. No quise
asistir al principio a lo que llaman “escuela dominical” por prudencia y por no
sentir que me llamara. Los dos primeros meses noto la frialdad de la gente. Es
raro tener a alguien que se pare conmigo a hablarme, saludarme o algo. Para mí
no está habiendo diferencia entre las relaciones sociales en el mundo o en la
iglesia. Yo tengo una necesidad de vivir como la Biblia enseña, y pienso que
ellos que rechazan ser católicos porque dicen que los católicos no son
cristianos ni viven como cristianos, deberían ser diferentes a como hablan de
los demás. Sin embargo, salvo excepciones yo no percibo eso.
Llego, canto, hago oración, escucho la
predicación y me marcho a casa. No percibo amor hacia mí, ni comunión[7] con
nadie. Tengo dudas de que cambie la situación en ese punto. Algo falla a mí
alrededor. Los cristianos deben ser vistos desde fuera por sus buenas obras,
como dice el Evangelio.
En Septiembre de 2003 y desde la marcha del
hermano evangélico, he empezado a tener contacto con otro hermano, “anciano” de
la congregación[8]. El parece una persona muy
jovial y amistosa. En varias ocasiones se ofrece para quedar cuando yo quiera
para hablar. En principio tuvimos dos charlas en un bar tomando un refresco,
siempre los lunes después de estar en casa de José María. En dos o tres
ocasiones me invita a comer junto a mi mujer con él y su esposa. Yo lo dejo a
la providencia de Dios aunque realmente no me parecía que ese día fuese
cercano. En todo momento he mantenido a mi mujer al margen de la iglesia
evangélica. Algo me impedía que me acompañara. Ella tampoco me pide ir. Cierto día
después de estar en casa de José María, y u
poco cansado de comprobar que el bautismo no llegaba, “reté” en cierto
modo a bautizarme en el mar, usando nuevamente como argumento ciertos pasajes
del Nuevo Testamento. Curiosamente, después de tanto intentar ser bautizado de
forma inmediata en las otras iglesias, tal vez por considerar que nadie me iba
a dar eso, en la iglesia evangélica tardé unas semanas en mencionarlo y varios
meses en conseguirlo. Finalmente “lo aceptaron”, y me rebauticé el 15 de
septiembre de 2003 a
las 17:00 en la playa. Obviamente con mi conocimiento actual de la Doctrina
Católica, ese bautismo no fue nada más que una especie de declaración de
intenciones por mi parte, mezclado con mi deseo de hacer un signo exterior y
cumplir lo que yo entendía como la voluntad de Dios. Los que asistieron me
dijeron: “Tu nombre ya está inscrito en el libro de la vida”, “Ya eres miembro
de la Iglesia universal”. Nunca quise celebrar el bautismo dentro de la
congregación evangélica, ya que no quería tener ningún tipo de pertenencia “oficial”
a ella, mi anhelo es y era pertenecer a Dios[9].
En cuanto a las reuniones de estudio
bíblico en casa de José María, al que casi una década después volvería a
encontrarme por la calle varias veces, con aspecto enfermizo y con su estado de
locura mental más avanzado[10], era
un anticatólico de cuarenta y tantos años. Ha andado con los mormones, testigos
de Jehová, es capaz de mezclar el Islam con el cristianismo, y las iglesias
evangélicas no le han terminado de convencer, sus amigos son ateos y algunos
están relacionados con el mundo de las drogas y quién sabe si algo peor, pero él
tenía una actitud muy caritativa hacia los pobres como él, ya que así se
consideraba, y era amable, servicial y hospitalario cuando le conocí, a pesar
de su visible desvarío, y estaba “obsesionado” con los mandamientos de la Ley
de Dios, los cuales casi adora, pero su amor por los mandamientos está
radicalizado posiblemente por las influencias que ha recibido de ciertos grupos
y tal vez por su enfermedad (esquizofrenia). Está en contra de todo tipo de
imagen porque dice que Dios las prohíbe, y entonces aborrece el tener en su
casa cuadros, fotos de familiares, cualquier tipo de imagen o pintura. (Era en
eso más coherente que muchos evangélicos que rechazan sólo algunas imágenes). Un
día me pidió que le consiguiera un cuadro de arte abstracto, porque al menos el
considera que eso al no significar nada, pues no va en contra del mandamiento.
Una de las últimas veces que le vi., me dijo que “quería circuncidarse” porque
la Biblia lo mandaba. Como digo, padecía algún tipo de esquizofrenia y está
enganchado a ciertos vicios como el tabaco y el cannabis. Mis visitas a su casa
en compañía de uno de los líderes de la iglesia evangélica no son productivas,
ya que tiene muchas obsesiones y no le entran las cosas que predicamos, incluso
llega a tener complejo de inferioridad conmigo y dice que me envanezco, pero
eso no es verdad. Me pidió perdón varias veces por eso. Durante varios meses
hemos estado asistiendo a esa casa, y hemos llegado a predicar a varios de sus
amigos que por allí pasaban. A finales de Octubre de 2003, empezaba a sentirme
incómodo en aquella casa, yo creía que tenía que salir ya de allí, y no sabía cómo
hacerlo, así que le rogué a Dios que me ayudara. Al domingo siguiente fui a la
congregación evangélica con la intención de decirle al hermano, que no quería
ir mas a visitar a José María, pero él me sorprendió diciendo que este le había
pedido aquella mañana que no fuera yo mas. Me sorprendió que no tuviera que
hacer finalmente nada para salir de allí. Alguien me facilitó las cosas. Dios
escuchó mi oración, eso creo.
Que ingenuo soy. Al poco tiempo de dejar
las reuniones en casa de José María que se producían cada semana, corté
bruscamente una costumbre que había realizado durante varios meses. Fue
extraño, ya que me encanta hablar a los demás de Dios. Me quedé como si me
faltara algo. Al poco tiempo, el hermano que me había acompañado estos meses,
me propuso reunirnos nosotros en la iglesia evangélica a solas. Ingenuo de mi,
por un momento pensé que la intención podría ser enriquecernos mutuamente, pero
no parecía eso cuando el tiempo fue pasando. Nuestras reuniones al principio no
fueron como al final. Al principio coincidíamos mucho, había buen ambiente
entre los dos, yo le contaba cosas de mi vida, le abría mi corazón, el me
contaba menos de la suya, aunque si algunas cosas, pero poco a poco me fui
dando cuenta de hacia dónde iban las conversaciones. La iglesia, mi asistencia
a la iglesia, que yo me concienciara de la vida de iglesia, evangélica por
supuesto. Ese punto comenzó a chocar conmigo, porque yo en ese punto tenía
claro que no estaba dispuesto a atarme “oficialmente” con algo de lo que no
estaba seguro que fuera lo que yo buscaba, y una enfermedad del hermano creo que
fue el inicio de que finalizaran nuestras reuniones. De nuevo, providencial ese
corte, porque la cosa se me ponía fea y me sentía presionado.
La música, es una de las partes
fundamentales de un culto evangélico. Los cánticos de alabanza. Es el espacio
para que cada cual se “suelte” en adoración libre y espontánea a Dios
participando activamente. Sin duda es la parte más atrayente para muchos. José
María, este hombre esquizofrénico al que estuve visitando, me confesó que
decidió ir a la iglesia evangélica atraído por los cánticos. Yo mismo me sentí atraído
por ellos, la verdad es que yo soy un gran aficionado a la música y nunca
desprecio una buena melodía. Hay ciertos grupos que se dedican a evangelizar
para sus iglesias evangélicas con este sistema. El poder de la música. Cierto
hermano evangélico me confesó en una ocasión que esto tenía algo de “trampa”,
pero que si con ello se acercaba la gente, sería bueno. La verdad es que en mi
opinión es mejor atraer a alguien por el amor a Dios y el conocimiento del
evangelio completo de Jesucristo que de una atracción ficticia de los sentidos.
Es como ver una película. Al principio tienes el gusanillo emocional pero
cuando pasa un tiempo y las emociones se relajan, no te queda nada de aquello.
Al principio tenía cierta expectación por oír
lo que los predicadores tenían que decir en lo que llaman “culto de
predicación”. Tal y como yo me lo imaginaba es que hablarían mucho de cosas
bíblicas, de Cristo de los evangelios, etc. y que sería más ameno que a lo que
yo pudiera estar acostumbrado en la Iglesia Católica donde de adolescente
siempre me parecieron aburridos los sermones de casi todos los sacerdotes que
escuchaba (que no fueron tampoco demasiados).
Debo decir que salvo excepciones contadas
fue para mí otra decepción. Las predicaciones no me aportaron nada, y en los
últimos domingos en los que asistía hasta llegaba a desesperarme porque
acabaran y el aburrimiento empezaba a apoderarse de mí. Recuerdo a uno de los
hermanos que predicaba que me dijo en varias ocasiones que cuando estaba tras
el púlpito le temblaban las piernas y que prefería no tener que hablar, que lo
hiciera otro, mas preparado. Lo cual me resultaba chocante. Los temas que tuve
la oportunidad de tratar eran para mi casi irrelevantes. Eran como una clase de
historia pero a palo seco. A veces tenía la sensación de que ojala pudiera
hacerme invisible para marcharme y que nadie se molestara, pero me quedaba por
miedo a ser señalado y guardar las formas. Recuerdo y puedo mencionar a alguien
que vino de fuera para predicar, y habló de que toda la congregación debería de
involucrarse en la alabanza, y no dejar que fueran los hermanos encargados de
tal ministerio fueran los que llevaran el asunto. Me dio la sensación de que la
gente era fría y me sorprendía que necesitaran de un rapapolvo o empujón para
tener una vida de congregación más activa, con lo que critican a la Iglesia
Católica de sus múltiples deficiencias. La sensación mía fue esa; que la gente
era fría y que necesitaba calentarse de manera artificial y forzada, porque hay
ciertas cosas que o salen del corazón o no salen como deben salir.
Al
principio de llegar a la iglesia evangélica no tenía intención de asistir a la
escuela dominical, ya que en este tiempo una persona suele exponer un tema,
pero luego los hermanos que asisten suelen tomar la palabra para aportar ideas
a lo que se está exponiendo, pero he visto algo muy negativo en todo esto. No
sólo se aportan ideas particulares “privadas” por parte de cada hermano que
interviene, sino que también se dan opiniones particulares que a veces incluso
pueden llegar a contradecir con lo que el
hermano que expone el tema ha dicho, e incluso contradecirse los
hermanos unos a otros. Si esto es posible dentro de una sola congregación es
fácilmente comprensible el porqué existen tantas denominaciones protestantes y
sectas diferentes. ¡No se han puesto nunca de acuerdo con la misma Biblia en la
mano!. Yo, como digo, al principio no quería asistir, porque no deseaba recibir
ninguna influencia que pudiera mezclarse con los conceptos que yo tenía, o
dicho de otra forma: no me fiaba, y además primero necesitaba tener más
confianza con los hermanos, para no sentirme extraño. Este fue el periodo en el
que yo asistía nada más que al culto de adoración y predicación entre las 12 y
las 14 horas más o menos. Después, un domingo asistí especialmente para
observar que era exactamente eso de la escuela dominical, algo que en mi cultura
católica no existía, es decir, yo no había visto nunca nada parecido, aunque
obviamente años más tarde descubriría que el que no aprende de la Biblia en la
Iglesia Católica es porque no sabe cómo hacerlo o no quiere aprender. Al
principio opté por sentarme en la última fila y sólo participé como oyente.
Creo que muy pronto, cuando empecé a asistir a la escuela dominical dejé de ir
al resto del culto ya que personalmente me parece excesivo sacrificio pasarse 4
horas sentado en un banco de iglesia.
Otra
cosa extraña que me llamó la atención desde el principio era la poca gente que
asistía a este culto que comenzaba más o menos a las 10 de la mañana, en
relación con la gente que asistía después a partir de las 12. Tal vez pensaran
lo mismo que yo pero actuaban al revés, y asistían mas al culto del “segundo
turno” donde está más presente la música y otros detalles tal vez mas amenos.
El caso es que así eran las cosas en esa congregación protestante.
En
seguida tuve la sensación de que hay dos turnos como si se tratara de un cine o
un teatro. La función de las 10 y luego la función de las 12.
Volviendo
a las escuelas dominicales, desde el principio empecé a oír cada domingo alguna
incoherencia, al menos con mis creencias basadas en la misma Biblia que ellos
manejaban y que por supuesto yo también leía y amaba. Salía de la reunión,
llegaba a mi casa un poco quemadillo (en vez de llegar con paz), y lo comentaba
con mi mujer. Algunos domingos esto me provocaba verdadero dolor de cabeza. No
lo entiendo. ¿Si la biblia dice así, porque ellos lo interpretan de otra
manera?
Por
otro lado, una de las cosas que más conflicto me han provocado siempre durante
mi experiencia protestante ha sido la falta de “unanimidad”[11].
Al
poco tiempo de asistir me armé de valor (trabajo que me costó, dado mi carácter
ante los demás). Con muchos nervios por dentro y con algo de temor, decidí un
día dar también yo mi opinión. Ahí empecé a darme cuenta que cada vez que
hablaba me sentía como si fuera un extraño en medio de lo que se suponía tenía
que ser una comunidad de personas unánimes en Cristo. Llegué a discrepar
incluso con el que compartía el tema en más de una ocasión. Con un hermano por
ejemplo, con el que tuvimos algunos cambios de impresiones que para mí no eran
agradables, aunque no podía evitar tener que hablar cuando veía como la sana
doctrina (según mi parecer) estaba siendo puesta en entredicho y por tanto en
peligro. Por ejemplo, aquel día esa persona dijo que algunas veces perdemos al
Espíritu Santo (literal), o que Dios no endureció el corazón al Faraón como por
otra parte está escrito en la Biblia (literalmente), sino que el propio Faraón
era así de malo (lo cual era verdad), o que a Dios no se le podía atribuir el
endurecer a nadie el corazón (en realidad es así). Claro, el problema está en
la interpretación privada de la Biblia, lo cual es costumbre seguida en estas
congregaciones protestantes, y yo seguía también esa costumbre, como era lógico
estando donde estaba. Otra contradicción es el rechazo que ellos tienen de lo
que llamamos los católicos, “Magisterio de la Iglesia”, es decir la enseñanza
oficial de la Iglesia, la Tradición de 20 siglos, etc., y en cambio ellos
mismos tienen sus propios “guías” humanos que les van “corrigiendo” en cada
congregación.
El
caso es que si la Biblia se puede leer y aprender al margen de la Iglesia
Católica, como ellos piensan, eso es lo que explica el sectarismo existente, y
como cada iglesia protestante se divide a sí misma, creando otra nueva en otro
lugar, y cómo desde Lutero se han ido los cristianos protestantes subdividiendo
hasta el infinito, e incluso dentro la misma congregación pueden haber
opiniones diferentes sobre una misma doctrina, lo cual convierte a estas
iglesias en la torre de Babel.
Como yo estaba fuera de la Iglesia Católica, mi modo de aproximarme a la
Palabra de Dios, era siempre según mi propio parecer, y por eso, si otro tenía
una opinión, o un conocimiento diferente de un tema, eso era motivo de tensión
para mi, al igual que lo sería para cada uno de ellos.
Otro caso fue cuando ponían en duda que Dios supiera que Adán y Eva iban
a pecar, cuando la misma Biblia declara que Dios conoce todas las cosas y sabe
lo que hay en los corazones (lo cual es así). O por ejemplo, no ponerse de
acuerdo en el papel del hombre y la mujer tal y como está escrito en algún
punto de la Biblia, y comenzar a citar a autores de libros que hablan sobre el
tema, filosofías, o perderse el tiempo totalmente en conversaciones profanas
sin citar ni un solo versículo bíblico, cosa que a mí me sorprendía mucho. No serían
pocas las veces que en conversaciones con un hermano de la congregación, este
me admitía la mundanalidad que a veces se infiltraba en las congregaciones.
Otra
cosa de la que me percaté es la cantidad de tiempo que se pierde en asuntos
irrelevantes cuando los importantes según mi forma de ver, nunca llegaban, pero
sobre todo lo peor es el riesgo de discusiones por asuntos de palabras como las
entiende uno u otro, lo cual me daba la impresión de que más de uno de los que
no hablaban nunca, tal vez callaran por temor a repetir situaciones
desagradables del pasado respecto a este mismo tema, creándose alrededor un
clima extraño que yo percibía en mi interior.
A
esto nos lleva el asunto de la libre interpretación de las escrituras en vez de
dejar el tema a los que tienen esa tarea dentro de la Iglesia, y seguir por
supuesto todos una misma línea en cuestiones de fe y doctrina.
Poco
a poco me iba cansando de repetir cada semana, de no avanzar, de no haber una
conclusión clara en nada, de dar la impresión de haber 5 opiniones distintas y
de no conocer la de la mayoría, pero aún así, seguí asistiendo aún un poco más.
La gota que colmó el vaso de mi paciencia fue cuando otro hermano inició una
serie acerca de cómo debemos ser como iglesia, y se empezó a tocar el tema de
la iglesia primitiva que siempre me fascina, y me pude dar cuenta que
efectivamente lo que debe tener la iglesia es unidad y comunión, y eso no se da
cuando los hermanos se separan y se agrupan “humanamente” en torno a lo que
según el razonamiento de cada cual, es bíblicamente
correcto o no. Hay otros tipos de “agrupamientos” dañinos también en la Iglesia
Católica, pero ese tema lo dejo para un próximo libro.
Realmente
este es un punto que no descubrí ahí, sino que al leer los evangelios o las
cartas de Pablo o los Hechos de los apóstoles, salta a la vista que la Iglesia
verdadera tiene que estar unida, y que era lógico que incluso en los primeros
siglos hubieran ciertas dificultades para comprender la revelación de Dios,
pero que 2000 años después, hay ciertas cosas que deberían tener una postura
clara por parte de la cristiandad, y así era en realidad, pero yo entonces,
como rechazaba a la Iglesia Católica, o mejor dicho, rechazaba el concepto de
Iglesia Católica que tenía yo, y no era consciente que eso que yo pensaba
también lo creían los católicos, y que eran enseñanza oficial de la Iglesia
Católica.
Este
asunto si lo han comprendido de una forma u otra, algunos grupos sectarios,
pero siguen en mi opinión equivocándose al quedar divididos del resto de los
cristianos. No importa cómo te denomines, la unidad de los cristianos tiene que
ser real. La iglesia católica la desea, pues yo también. Amén. Mis posteriores búsquedas
en los escritos de los Padres de la Iglesia me dieron más razones a favor del punto
de la unidad en la Iglesia, por ejemplo recuerdo ahora, las cartas de San Ignacio de Antioquía o de San Clemente de Roma.
Cada
vez mis participaciones en la escuela dominical eran más cortas y más breves, limitándome
a citar un versículo bíblico contundente. La última vez que intervine fue para
apuntar lo que la iglesia primitiva hacía: “perseverar
en la doctrina de los apóstoles”, algo que ya para aquel entonces, veía que
no sucedía allí, ni encontraría en ninguna división de la iglesia o
denominación.
También pude comprobar esa última semana como
no importaba lo bueno que se pudiera decir, siempre había algún hermano
aportando la cizaña para que todo lo oído quedara en confusión en las mentes de
los oyentes. Yo advertí de esto al hermano que compartía el tema, pero no me
hizo caso. Mis presencias en la escuela dominical habían terminado, debía
liberarme de esto que en vez de darme la paz me la quitaba, en vez de aclararme
la mente me la ponía turbia. Mi presencia tampoco iba a ayudar, ya que al dar
mi opinión sería tan sólo una mas dentro de la ya de por si situación confusa.
Escribí en mi diario, el 23 de Febrero de 2004:
“Esta semana ha sido difícil en mi relación con La
iglesia evangélica. En pocos días, hasta 2 personas me han preguntado por mi
mujer respecto a que si es “convertida” (me pregunto si significará lo mismo
que ser salvo). Primero un hermano, en un desayuno concertado, y apresurado ya
que el tenía prisa para realizar sus tareas, y nuestra reunión se convirtió en
un interrogatorio acerca de mi. Me preguntó que si yo había sido egoísta, me
invitó a asistir a la reunión del coro el sábado por la noche. Me instó en
cierto modo a plantearme el hecho de tener hijos, explicándome los beneficios
que eso conlleva. Me instó en cierto modo a que trajera a mi mujer a la iglesia
evangélica, y yo como siempre hago, le di las respectivas excusas de porqué eso
no se ha producido aún, ni se cuando se producirá. Luego tuvimos algún
contraste respecto al tema económico. Yo le dije que a mi me parece que el
cristiano debe dar muestras de su humildad ante los demás (en el mundo), para
que vean estos a quien servimos. Dije esto porque vi un coche en la puerta de la
iglesia evangélica, bastante coche. La opinión de él es diferente, respecto al
tema económico, creí entender. Aunque el vive apoyado por los hermanos económicamente.
El sábado fui la iglesia, pero me encontré incómodo en un ambiente muy cargado.
El hermano, que me había invitado a asistir, no estaba. Tampoco comenzaron a
las 8:00 como me dijo, y tuve una charla con un hermano acerca de las
“divisiones” en la iglesia. El estaba de acuerdo en que las denominaciones no
son buenas y que debería existir unidad. Criticó a los pastores por no hacer
esto posible, y habló de su pasado en otras denominaciones protestantes, del
tema de “hablar en lenguas” que tienen otras denominaciones, de los problemas
que esto ha causado, de las cosas que ha visto, y me insinuó también acerca de
problemas anteriores en esa iglesia, relativos a este tema. Es poco edificante
para mi el hecho de hablar en estos términos, y con esta persona siempre se
habla en estos términos. De cualquier forma, parecía estar de acuerdo en lo que
yo le proponía acerca de la unidad y la división. Y coincidimos en que mientras
la iglesia en nuestra ciudad y en el mundo no esté unida no tendrá el poder
para evangelizar que necesita.
El domingo fui
nuevamente. De nuevo, ambiente frío, no siento tener amigos allí, a pesar de
intercambiar palabras con algunos. Un hermano me felicitó acerca de lo último
que le mandé por e-mail. De nuevo el espacio de lo que llaman escuela dominical
me pareció desaprovechado en hablar de cosas que poco tienen que ofrecer al
crecimiento cristiano, que debe estar basado en el amor y las buenas obras.
Hablé un par de veces y me sentí de nuevo sin confianza. Cité profecía del
Señor Jesús acerca de los tiempos finales y su similitud con los días de Noe,
pero a nadie pareció interesar esta palabra.
Mas tarde fui
a visitar a un hermano que estaba
enfermo. Cambié eso por estar con mi mujer y mis animales. Sentí en un
principio la necesidad de hacerlo. Luego la visita para mi no fue tan grata. La
charla con el, deriva últimamente siempre hacia el mismo sitio, y ya no
disfruto como antes. Para colmo, vino un matrimonio de la iglesia a verle, y coincidieron conmigo. La mujer, después de enterarse de que estaba casado, me
instó a llevar a mi mujer a la iglesia, y me dijo que Dios quiere que estemos
juntos para aprender. No me pareció que entendiera mis excusas acerca de porque
esto no se ha producido, ni de mis explicaciones acerca de lo que yo entiendo
por “congregarse”. No lo conté allí pero lo cuento aquí: El jueves por la
tarde, yo no fui a la iglesia evangélica, pero mi mujer y yo si nos congregamos
para hablar de la Palabra de Dios, y oramos. Mi sensación fue de sublime paz,
amor mutuo y sentía que el espíritu se
elevaba[12]. Que
diferente de otras sensaciones que siento cuando estoy en la iglesia
evangélica y el corazón me late más
deprisa y la boca se me seca.[13]
La sensación
que me dejó el domingo, fue que para algunos es imperativo [14]asistir
a la iglesia evangélica el domingo, cada
semana, y que al que no lo hace así lo ven como si estuviera faltando a algún
mandamiento de Dios, y que ahora no comprende pero que ya comprenderá. La noche
para mí ha sido triste en mi espíritu, y tensión al despertarme sin poder dejar
de pensar en lo que pasó esta semana. Sensación de no querer volver, pero
atadura por algún compromiso con algún hermano.”
Otro día escribí en mi diario: “Hoy en La
iglesia evangélica asistí por casualidad a un acto nuevo en mi vida; Se predicó
desde el púlpito, el evangelio de salvación de nuestro Señor Jesucristo (modo
de decir de los evangélicos). También se habló del bautismo y se explicó su
simbología. El predicador hizo hincapié sobre la importancia de “la profesión pública”
de la fe e instó a que el bautismo no fuera “demorado en exceso”, ya que es
algo muy importante, ya que con el bautismo se proclama la Fe en que Cristo es
el Señor.”[15]
En mi opinión en esta congregación no se está
predicando el mensaje tal y como lo vemos en las escrituras, y tenemos el
testimonio y la forma en que esto es, por aquellos que nos precedieron. Más bien
da la impresión de que algunas cosas se acomodan más en base a tradiciones y
costumbres de cada una de las iglesias evangélicas, que siguiendo en la forma y
en el fondo, aquello que nos fue enseñado por nuestros predecesores en la fe.
Una hermana de la iglesia evangélica me
escribió con bastante sinceridad, abriendo su corazón y me dijo acerca de cómo
se sentía. Para mí fue un mensaje revelador de que se critica a los católicos
por sus “pecados”, pero los problemas y el pecado están en todas partes. Ella
decía esto: «En cuanto a hoy en día; en
parte me siento un poco triste porque veo que como iglesia estamos un poco
estancados y volvemos una y otra vez a lo mismo. Creo que no buscamos lo
suficiente la presencia de Dios y su voluntad. » «Se que hay hermanos a los que
no les gusta nada que esto se diga, pero lo reconozcan o no, creo que la
iglesia evangélica es una iglesia inmadura.» «Vemos demasiado el mundo que nos
rodea y nuestros propios deseos. No logramos ver las cosas desde donde
deberíamos, con los ojos de Dios y desde esa eternidad. Queremos que Dios haga,
y de verdad tenemos en nuestro corazón que sea su voluntad. Pero a la hora de
la verdad, salen nuestros deseos, y si no hace Dios las cosas como nosotros
sinceramente creemos que es lo mejor, no nos conformamos.» «Yo particularmente,
he estado demasiado tiempo también estancada, incluso creo que fui hacia atrás.
Desánimo, rebeldía, soberbia. Me dejé llevar por demasiadas cosas. También
comencé a mirar en mí y no a Dios. Solo veía mis circunstancias y me volví
egoísta, como no lo había sido en toda mi vida.
Ahora estoy intentando salir de ahí. »
Más apuntes de mi diario:
Solíamos reunirnos los domingos muy
temprano, antes del culto para compartir un pequeño grupo de personas la
Palabra de Dios y orar. Hice anotaciones en mi diario: lunes, 10 de mayo de 2004: Estuve hablando con mi hermano J***** mas
de una hora acerca de varios asuntos: La iglesia evangélica, el pecado, el
arrepentimiento, lo que debemos hacer. El me dice que el Señor le está
demandando más en su vida.
domingo,
09 de mayo de 2004: Esta mañana he compartido la Palabra con A****** y J**** en La iglesia evangélica,
acerca de la necesidad de velar, comprar oro refinado por el fuego y cuidar de
nuestras vestiduras. También he hablado acerca de cuidar nuestra salvación,
para que nuestro nombre siga inscrito en el libro de la vida. Basado en los
mensajes a las 7 iglesias de Apocalipsis en el que el Señor habla de “conocer
nuestras obras”. Luego vino F****** y oramos, hoy tuve un gran espíritu de
oración y de alabanza a Dios. Mas tarde hablé acerca de que tenemos que ser luz
para el mundo comportándonos como Cristo nos enseñó y luego hablé del
fundamento que es Cristo. También hablé con el muchacho que conocí el otro día
que se llama A****. Compartí con el algunas cosas de la palabra y le insté a
llamarme en la semana para compartir. Llego a casa verdaderamente cansado.
[1] Una persona con
esquizofrenia y con una vida perdida, que en aquella iglesia estaban intentando
de seguir y atraer hacia su congregación.
[2] Palabra que utilizan en estas iglesias para
decir que te están enseñando la fe cristiana.
[3] Cuando me levantaba muy
temprano para orar a Dios, leer la
Biblia y hacer estudios personales de la Palabra de Dios, tomando
notas en cuadernos. Luego al despertar mi mujer, compartía con ella cada mañana
mis nuevos descubrimientos y orábamos juntos. Esta práctica la había estado
desarrollando durante los tres años anteriores mas o menos.
[4] Enseñar, evangelizar y
estar relacionado con los asuntos de Dios
[5] En la Iglesia Católica
decimos “catequizar”
[6] Recibí una postal suya
meses después en las que entre otras cosas me decía que Dios me había
“reservado” para algo especial.
[7] Entendiendo como comunión, la unión, la
fraternidad, el amor entre los hermanos manifestado de una manera diferente a
como el mundo se comporta.
[8] Según el concepto
evangélico
[9] Ahora veo aquel acto mas
como una necesidad de mi parte de confirmar mi fe ante Dios, un poco confundido
por seguir sólo lo que veo en la
Biblia o escuché a hombres, en vez de tener una visión global
de la doctrina a la luz de la
Iglesia verdadera de Jesucristo.
[10] Año 2012
[11] Tan reclamada como algo
importante en varias partes de la Biblia. Uno de los pasajes que más me hacían
meditar esto era 1 Co 10-13.
[12] Esta es una cosa que he
experimentado unas pocas veces cuando he orado, es una sensación maravillosa,
como si mi espíritu se elevara sobre mí, se me hace más grande la habitación,
tengo como la sensación de flotar y mucha paz. Me cuesta abrir los ojos cuando
me siento tan bien.
[13] Síntoma de ansiedad, es
decir de miedo a algo. Incomodez.
[14] También en la Iglesia Católica es obligado
asistir a Misa los domingos.
[15] Sólo de valor simbólico
para los evangélicos de ciertas ramas protestantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario