viernes, 4 de octubre de 2013

NUEVO INTENTO

CAPÍTULO SEXTO

NUEVO INTENTO


    Escrito el 6 de julio de 2004 en mi diario:
           
    Este mes se cumple un año que llevo congregándome en una iglesia evangélica. Realmente he ido de más a menos. Llegué con esperanza y bastante sacrificio el primer día. Aun recuerdo la sensación extraña, algún hermano  acercándose a mí y hablándome un poco de su experiencia. Antes de él, otro hermano fue el primero en interesarse por mí. Sensaciones extrañas. Luego enseguida trato de acercarme a ellos cuando uno de ellos me invitó a reunirme con José María[1] en su casa. Con el tiempo llegué a la conclusión que su intención era “discipularme”[2], pero realmente no le di oportunidad ya que desde el principio mi forma de actuar era la de “compartir”. Deseaba ser libre, y yo no me sentía totalmente seguro después de los fracasos anteriores. No quería involucrarme demasiado, y mi pretensión era ir poco a poco y con pies de plomo, observando y estando atento. Mi boca estaba deseosa de hablar de Cristo y anunciar a Cristo, y enseguida me di cuenta de que en aquella casa ocurría algo extraño. José María era la confusión personalizada. Pronto surgieron las primeras tensiones y traté en todo momento de ayudar a la evangelización de aquella casa. Para ello sentía yo en mi interior, que me había estado preparando todos mis años inmediatamente anteriores a mi relación con las iglesias protestantes[3]. Creí que estaba desarrollando mi trabajo para Dios, y mi intención era esa.
    El hermano que me acompañaba, uno de los maestros de esa iglesia evangélica, tuvo que marcharse muy pronto para su país por problemas familiares. Creo que era de Honduras. El me pidió por favor que siguiera visitando a José María. Para mí fue la confirmación de estar cumpliendo mi vocación. [4] Lo tome como un reconocimiento personal, y un gesto de confianza, aunque yo no iba a ir solo sino que otro hermano de los líderes de la congregación iba a acompañarnos.
    Poco tiempo pasó para “percibir” que  el intento de discipularme[5] continuaba, aunque cambiando el maestro.
    Antes de marcharse tuve algunas charlas mas con el hermano que me presentó a José María. De esas charlas trataba de convencerme con arduas explicaciones para que fuera a la iglesia los jueves y  el domingo por la tarde. Un poco abrumado por sus palabras, me sentí un poco “obligado” pero pensé que debería “ceder” un poco en mis pensamientos y sacrificarme y adaptarme. Debía “cumplir” o tenia temor de quizás no estar actuando cristianamente. Seguramente las malas experiencias anteriores me hicieron dar un poco mi brazo a torcer, a ver qué pasaba. Estaba llegando a un punto donde no había llegado antes. En principio le dije: “si puedo, iré”. Llegó el domingo y acudí por la tarde también. Me sorprendió solo ver a emigrantes. Rápidamente pude comprender que todos los que estaban allí eran “novatos” y de nuevo como en casa de José María, sentí que era otro intento de “acostumbrarme” o “enseñarme” la forma de celebrar los cultos de esa iglesia evangélica.
    Sentí aquello como una especie de segundo turno tras el culto de por la mañana o un culto de segunda división. ¿De nuevo “discipulando”?
    Mirando hacia atrás me molesta pensar en cómo todo parece un intento de “acercarme” pero sin decírmelo claramente. Era como una estrategia de parte de ellos. Un modo de actuar con todo aquel que se acerca nuevo, o procedente de la Iglesia Católica, como era mi caso. No volví mas por la tarde y además aquel día se despedía aquel hermano por tres meses. No lo volvería a ver al menos en ese tiempo. En mi cabeza me rondaba aún la preocupación por bautizarme y se lo confesé así. El se aseguró de que yo entendía el significado, y tal vez le sorprendió que supiera explicarlo sin que ningún evangélico me hubiera enseñado eso. Me mostró su interés especial por bautizarme el mismo a su regreso. Por fuera le dije que si pero mi corazón no lo tenía muy claro ¿esperar tres meses más? Además, el tenia una idea de cómo quería hacerlo, pero mi idea era hacerlo en el mar, fuera de la iglesia evangélica. Mirando atrás, creo que ese deseo mío de bautizarme tenía dos motivos. Uno, el cumplir con aquello que a mí me parecía que era un verdadero bautismo, el cual debía ser de adulto y consciente. El no ver en la Biblia bautizos de niños, hizo que yo creyera entonces que el bautizo de niños no tenía mucho sentido. Mis contactos con protestantes me hicieron dar más base a esa creencia mía de entonces. El segundo aspecto, era que yo deseaba ser fiel a Dios y cumplir lo que yo creía que era un requisito obligado, y que realmente lo es. El de bautizarse. La cuestión, es que yo ya había sido bautizado de niño, y creía que ese bautismo no podía ser válido al no tener yo conciencia.
    Con pensamientos algo distintos nos despedimos con un abrazo, prometiendo escribirme[6]. De cualquier forma su oferta me hizo dudar al principio, sobre todo porque me ofreció preparar una especie de testimonio para leerlo en la iglesia a su vuelta. La idea me tentó lo suficiente para dudar si mi bautismo tendría que ser como él quería.
    Con todo, los primeros meses asisto con regularidad a lo que ellos llaman “cultos de alabanza y predicación”. No quise asistir al principio a lo que llaman “escuela dominical” por prudencia y por no sentir que me llamara. Los dos primeros meses noto la frialdad de la gente. Es raro tener a alguien que se pare conmigo a hablarme, saludarme o algo. Para mí no está habiendo diferencia entre las relaciones sociales en el mundo o en la iglesia. Yo tengo una necesidad de vivir como la Biblia enseña, y pienso que ellos que rechazan ser católicos porque dicen que los católicos no son cristianos ni viven como cristianos, deberían ser diferentes a como hablan de los demás. Sin embargo, salvo excepciones yo no percibo eso.
    Llego, canto, hago oración, escucho la predicación y me marcho a casa. No percibo amor hacia mí, ni comunión[7] con nadie. Tengo dudas de que cambie la situación en ese punto. Algo falla a mí alrededor. Los cristianos deben ser vistos desde fuera por sus buenas obras, como dice el Evangelio.
    En Septiembre de 2003 y desde la marcha del hermano evangélico, he empezado a tener contacto con otro hermano, “anciano” de la congregación[8]. El parece una persona muy jovial y amistosa. En varias ocasiones se ofrece para quedar cuando yo quiera para hablar. En principio tuvimos dos charlas en un bar tomando un refresco, siempre los lunes después de estar en casa de José María. En dos o tres ocasiones me invita a comer junto a mi mujer con él y su esposa. Yo lo dejo a la providencia de Dios aunque realmente no me parecía que ese día fuese cercano. En todo momento he mantenido a mi mujer al margen de la iglesia evangélica. Algo me impedía que me acompañara. Ella tampoco me pide ir. Cierto día después de estar en casa de José María, y u  poco cansado de comprobar que el bautismo no llegaba, “reté” en cierto modo a bautizarme en el mar, usando nuevamente como argumento ciertos pasajes del Nuevo Testamento. Curiosamente, después de tanto intentar ser bautizado de forma inmediata en las otras iglesias, tal vez por considerar que nadie me iba a dar eso, en la iglesia evangélica tardé unas semanas en mencionarlo y varios meses en conseguirlo. Finalmente “lo aceptaron”, y me rebauticé el 15 de septiembre de 2003 a las 17:00 en la playa. Obviamente con mi conocimiento actual de la Doctrina Católica, ese bautismo no fue nada más que una especie de declaración de intenciones por mi parte, mezclado con mi deseo de hacer un signo exterior y cumplir lo que yo entendía como la voluntad de Dios. Los que asistieron me dijeron: “Tu nombre ya está inscrito en el libro de la vida”, “Ya eres miembro de la Iglesia universal”. Nunca quise celebrar el bautismo dentro de la congregación evangélica, ya que no quería tener ningún tipo de pertenencia “oficial” a ella, mi anhelo es y era pertenecer a Dios[9].
    En cuanto a las reuniones de estudio bíblico en casa de José María, al que casi una década después volvería a encontrarme por la calle varias veces, con aspecto enfermizo y con su estado de locura mental más avanzado[10], era un anticatólico de cuarenta y tantos años. Ha andado con los mormones, testigos de Jehová, es capaz de mezclar el Islam con el cristianismo, y las iglesias evangélicas no le han terminado de convencer, sus amigos son ateos y algunos están relacionados con el mundo de las drogas y quién sabe si algo peor, pero él tenía una actitud muy caritativa hacia los pobres como él, ya que así se consideraba, y era amable, servicial y hospitalario cuando le conocí, a pesar de su visible desvarío, y estaba “obsesionado” con los mandamientos de la Ley de Dios, los cuales casi adora, pero su amor por los mandamientos está radicalizado posiblemente por las influencias que ha recibido de ciertos grupos y tal vez por su enfermedad (esquizofrenia). Está en contra de todo tipo de imagen porque dice que Dios las prohíbe, y entonces aborrece el tener en su casa cuadros, fotos de familiares, cualquier tipo de imagen o pintura. (Era en eso más coherente que muchos evangélicos que rechazan sólo algunas imágenes). Un día me pidió que le consiguiera un cuadro de arte abstracto, porque al menos el considera que eso al no significar nada, pues no va en contra del mandamiento. Una de las últimas veces que le vi., me dijo que “quería circuncidarse” porque la Biblia lo mandaba. Como digo, padecía algún tipo de esquizofrenia y está enganchado a ciertos vicios como el tabaco y el cannabis. Mis visitas a su casa en compañía de uno de los líderes de la iglesia evangélica no son productivas, ya que tiene muchas obsesiones y no le entran las cosas que predicamos, incluso llega a tener complejo de inferioridad conmigo y dice que me envanezco, pero eso no es verdad. Me pidió perdón varias veces por eso. Durante varios meses hemos estado asistiendo a esa casa, y hemos llegado a predicar a varios de sus amigos que por allí pasaban. A finales de Octubre de 2003, empezaba a sentirme incómodo en aquella casa, yo creía que tenía que salir ya de allí, y no sabía cómo hacerlo, así que le rogué a Dios que me ayudara. Al domingo siguiente fui a la congregación evangélica con la intención de decirle al hermano, que no quería ir mas a visitar a José María, pero él me sorprendió diciendo que este le había pedido aquella mañana que no fuera yo mas. Me sorprendió que no tuviera que hacer finalmente nada para salir de allí. Alguien me facilitó las cosas. Dios escuchó mi oración, eso creo.
    Que ingenuo soy. Al poco tiempo de dejar las reuniones en casa de José María que se producían cada semana, corté bruscamente una costumbre que había realizado durante varios meses. Fue extraño, ya que me encanta hablar a los demás de Dios. Me quedé como si me faltara algo. Al poco tiempo, el hermano que me había acompañado estos meses, me propuso reunirnos nosotros en la iglesia evangélica a solas. Ingenuo de mi, por un momento pensé que la intención podría ser enriquecernos mutuamente, pero no parecía eso cuando el tiempo fue pasando. Nuestras reuniones al principio no fueron como al final. Al principio coincidíamos mucho, había buen ambiente entre los dos, yo le contaba cosas de mi vida, le abría mi corazón, el me contaba menos de la suya, aunque si algunas cosas, pero poco a poco me fui dando cuenta de hacia dónde iban las conversaciones. La iglesia, mi asistencia a la iglesia, que yo me concienciara de la vida de iglesia, evangélica por supuesto. Ese punto comenzó a chocar conmigo, porque yo en ese punto tenía claro que no estaba dispuesto a atarme “oficialmente” con algo de lo que no estaba seguro que fuera lo que yo buscaba, y una enfermedad del hermano creo que fue el inicio de que finalizaran nuestras reuniones. De nuevo, providencial ese corte, porque la cosa se me ponía fea y me sentía presionado.
    La música, es una de las partes fundamentales de un culto evangélico. Los cánticos de alabanza. Es el espacio para que cada cual se “suelte” en adoración libre y espontánea a Dios participando activamente. Sin duda es la parte más atrayente para muchos. José María, este hombre esquizofrénico al que estuve visitando, me confesó que decidió ir a la iglesia evangélica atraído por los cánticos. Yo mismo me sentí atraído por ellos, la verdad es que yo soy un gran aficionado a la música y nunca desprecio una buena melodía. Hay ciertos grupos que se dedican a evangelizar para sus iglesias evangélicas con este sistema. El poder de la música. Cierto hermano evangélico me confesó en una ocasión que esto tenía algo de “trampa”, pero que si con ello se acercaba la gente, sería bueno. La verdad es que en mi opinión es mejor atraer a alguien por el amor a Dios y el conocimiento del evangelio completo de Jesucristo que de una atracción ficticia de los sentidos. Es como ver una película. Al principio tienes el gusanillo emocional pero cuando pasa un tiempo y las emociones se relajan, no te queda nada de aquello.
    Al principio tenía cierta expectación por oír lo que los predicadores tenían que decir en lo que llaman “culto de predicación”. Tal y como yo me lo imaginaba es que hablarían mucho de cosas bíblicas, de Cristo de los evangelios, etc. y que sería más ameno que a lo que yo pudiera estar acostumbrado en la Iglesia Católica donde de adolescente siempre me parecieron aburridos los sermones de casi todos los sacerdotes que escuchaba (que no fueron tampoco demasiados).
    Debo decir que salvo excepciones contadas fue para mí otra decepción. Las predicaciones no me aportaron nada, y en los últimos domingos en los que asistía hasta llegaba a desesperarme porque acabaran y el aburrimiento empezaba a apoderarse de mí. Recuerdo a uno de los hermanos que predicaba que me dijo en varias ocasiones que cuando estaba tras el púlpito le temblaban las piernas y que prefería no tener que hablar, que lo hiciera otro, mas preparado. Lo cual me resultaba chocante. Los temas que tuve la oportunidad de tratar eran para mi casi irrelevantes. Eran como una clase de historia pero a palo seco. A veces tenía la sensación de que ojala pudiera hacerme invisible para marcharme y que nadie se molestara, pero me quedaba por miedo a ser señalado y guardar las formas. Recuerdo y puedo mencionar a alguien que vino de fuera para predicar, y habló de que toda la congregación debería de involucrarse en la alabanza, y no dejar que fueran los hermanos encargados de tal ministerio fueran los que llevaran el asunto. Me dio la sensación de que la gente era fría y me sorprendía que necesitaran de un rapapolvo o empujón para tener una vida de congregación más activa, con lo que critican a la Iglesia Católica de sus múltiples deficiencias. La sensación mía fue esa; que la gente era fría y que necesitaba calentarse de manera artificial y forzada, porque hay ciertas cosas que o salen del corazón o no salen como deben salir.
    Al principio de llegar a la iglesia evangélica no tenía intención de asistir a la escuela dominical, ya que en este tiempo una persona suele exponer un tema, pero luego los hermanos que asisten suelen tomar la palabra para aportar ideas a lo que se está exponiendo, pero he visto algo muy negativo en todo esto. No sólo se aportan ideas particulares “privadas” por parte de cada hermano que interviene, sino que también se dan opiniones particulares que a veces incluso pueden llegar a contradecir con lo que el  hermano que expone el tema ha dicho, e incluso contradecirse los hermanos unos a otros. Si esto es posible dentro de una sola congregación es fácilmente comprensible el porqué existen tantas denominaciones protestantes y sectas diferentes. ¡No se han puesto nunca de acuerdo con la misma Biblia en la mano!. Yo, como digo, al principio no quería asistir, porque no deseaba recibir ninguna influencia que pudiera mezclarse con los conceptos que yo tenía, o dicho de otra forma: no me fiaba, y además primero necesitaba tener más confianza con los hermanos, para no sentirme extraño. Este fue el periodo en el que yo asistía nada más que al culto de adoración y predicación entre las 12 y las 14 horas más o menos. Después, un domingo asistí especialmente para observar que era exactamente eso de la escuela dominical, algo que en mi cultura católica no existía, es decir, yo no había visto nunca nada parecido, aunque obviamente años más tarde descubriría que el que no aprende de la Biblia en la Iglesia Católica es porque no sabe cómo hacerlo o no quiere aprender. Al principio opté por sentarme en la última fila y sólo participé como oyente. Creo que muy pronto, cuando empecé a asistir a la escuela dominical dejé de ir al resto del culto ya que personalmente me parece excesivo sacrificio pasarse 4 horas sentado en un banco de iglesia.
    Otra cosa extraña que me llamó la atención desde el principio era la poca gente que asistía a este culto que comenzaba más o menos a las 10 de la mañana, en relación con la gente que asistía después a partir de las 12. Tal vez pensaran lo mismo que yo pero actuaban al revés, y asistían mas al culto del “segundo turno” donde está más presente la música y otros detalles tal vez mas amenos. El caso es que así eran las cosas en esa congregación protestante.
    En seguida tuve la sensación de que hay dos turnos como si se tratara de un cine o un teatro. La función de las 10 y luego la función de las 12.
    Volviendo a las escuelas dominicales, desde el principio empecé a oír cada domingo alguna incoherencia, al menos con mis creencias basadas en la misma Biblia que ellos manejaban y que por supuesto yo también leía y amaba. Salía de la reunión, llegaba a mi casa un poco quemadillo (en vez de llegar con paz), y lo comentaba con mi mujer. Algunos domingos esto me provocaba verdadero dolor de cabeza. No lo entiendo. ¿Si la biblia dice así, porque ellos lo interpretan de otra manera?
    Por otro lado, una de las cosas que más conflicto me han provocado siempre durante mi experiencia protestante ha sido la falta de “unanimidad”[11].
    Al poco tiempo de asistir me armé de valor (trabajo que me costó, dado mi carácter ante los demás). Con muchos nervios por dentro y con algo de temor, decidí un día dar también yo mi opinión. Ahí empecé a darme cuenta que cada vez que hablaba me sentía como si fuera un extraño en medio de lo que se suponía tenía que ser una comunidad de personas unánimes en Cristo. Llegué a discrepar incluso con el que compartía el tema en más de una ocasión. Con un hermano por ejemplo, con el que tuvimos algunos cambios de impresiones que para mí no eran agradables, aunque no podía evitar tener que hablar cuando veía como la sana doctrina (según mi parecer) estaba siendo puesta en entredicho y por tanto en peligro. Por ejemplo, aquel día esa persona dijo que algunas veces perdemos al Espíritu Santo (literal), o que Dios no endureció el corazón al Faraón como por otra parte está escrito en la Biblia (literalmente), sino que el propio Faraón era así de malo (lo cual era verdad), o que a Dios no se le podía atribuir el endurecer a nadie el corazón (en realidad es así). Claro, el problema está en la interpretación privada de la Biblia, lo cual es costumbre seguida en estas congregaciones protestantes, y yo seguía también esa costumbre, como era lógico estando donde estaba. Otra contradicción es el rechazo que ellos tienen de lo que llamamos los católicos, “Magisterio de la Iglesia”, es decir la enseñanza oficial de la Iglesia, la Tradición de 20 siglos, etc., y en cambio ellos mismos tienen sus propios “guías” humanos que les van “corrigiendo” en cada congregación.
    El caso es que si la Biblia se puede leer y aprender al margen de la Iglesia Católica, como ellos piensan, eso es lo que explica el sectarismo existente, y como cada iglesia protestante se divide a sí misma, creando otra nueva en otro lugar, y cómo desde Lutero se han ido los cristianos protestantes subdividiendo hasta el infinito, e incluso dentro la misma congregación pueden haber opiniones diferentes sobre una misma doctrina, lo cual convierte a estas iglesias en la torre de Babel.
    Como yo estaba fuera de la Iglesia Católica, mi modo de aproximarme a la Palabra de Dios, era siempre según mi propio parecer, y por eso, si otro tenía una opinión, o un conocimiento diferente de un tema, eso era motivo de tensión para mi, al igual que lo sería para cada uno de ellos.
    Otro caso fue cuando ponían en duda que Dios supiera que Adán y Eva iban a pecar, cuando la misma Biblia declara que Dios conoce todas las cosas y sabe lo que hay en los corazones (lo cual es así). O por ejemplo, no ponerse de acuerdo en el papel del hombre y la mujer tal y como está escrito en algún punto de la Biblia, y comenzar a citar a autores de libros que hablan sobre el tema, filosofías, o perderse el tiempo totalmente en conversaciones profanas sin citar ni un solo versículo bíblico, cosa que a mí me sorprendía mucho. No serían pocas las veces que en conversaciones con un hermano de la congregación, este me admitía la mundanalidad que a veces se infiltraba en las congregaciones.
    Otra cosa de la que me percaté es la cantidad de tiempo que se pierde en asuntos irrelevantes cuando los importantes según mi forma de ver, nunca llegaban, pero sobre todo lo peor es el riesgo de discusiones por asuntos de palabras como las entiende uno u otro, lo cual me daba la impresión de que más de uno de los que no hablaban nunca, tal vez callaran por temor a repetir situaciones desagradables del pasado respecto a este mismo tema, creándose alrededor un clima extraño que yo percibía en mi interior.
    A esto nos lleva el asunto de la libre interpretación de las escrituras en vez de dejar el tema a los que tienen esa tarea dentro de la Iglesia, y seguir por supuesto todos una misma línea en cuestiones de fe y doctrina.
    Poco a poco me iba cansando de repetir cada semana, de no avanzar, de no haber una conclusión clara en nada, de dar la impresión de haber 5 opiniones distintas y de no conocer la de la mayoría, pero aún así, seguí asistiendo aún un poco más. La gota que colmó el vaso de mi paciencia fue cuando otro hermano inició una serie acerca de cómo debemos ser como iglesia, y se empezó a tocar el tema de la iglesia primitiva que siempre me fascina, y me pude dar cuenta que efectivamente lo que debe tener la iglesia es unidad y comunión, y eso no se da cuando los hermanos se separan y se agrupan “humanamente” en torno a lo que según el razonamiento de  cada cual, es bíblicamente correcto o no. Hay otros tipos de “agrupamientos” dañinos también en la Iglesia Católica, pero ese tema lo dejo para un próximo libro.
    Realmente este es un punto que no descubrí ahí, sino que al leer los evangelios o las cartas de Pablo o los Hechos de los apóstoles, salta a la vista que la Iglesia verdadera tiene que estar unida, y que era lógico que incluso en los primeros siglos hubieran ciertas dificultades para comprender la revelación de Dios, pero que 2000 años después, hay ciertas cosas que deberían tener una postura clara por parte de la cristiandad, y así era en realidad, pero yo entonces, como rechazaba a la Iglesia Católica, o mejor dicho, rechazaba el concepto de Iglesia Católica que tenía yo, y no era consciente que eso que yo pensaba también lo creían los católicos, y que eran enseñanza oficial de la Iglesia Católica.
    Este asunto si lo han comprendido de una forma u otra, algunos grupos sectarios, pero siguen en mi opinión equivocándose al quedar divididos del resto de los cristianos. No importa cómo te denomines, la unidad de los cristianos tiene que ser real. La iglesia católica la desea, pues yo también. Amén. Mis posteriores búsquedas en los escritos de los Padres de la Iglesia me dieron más razones a favor del punto de la unidad en la Iglesia, por ejemplo recuerdo ahora, las cartas de San Ignacio de Antioquía o de San Clemente de Roma.
    Cada vez mis participaciones en la escuela dominical eran más cortas y más breves, limitándome a citar un versículo bíblico contundente. La última vez que intervine fue para apuntar lo que la iglesia primitiva hacía: “perseverar en la doctrina de los apóstoles”, algo que ya para aquel entonces, veía que no sucedía allí, ni encontraría en ninguna división de la iglesia o denominación.
También pude comprobar esa última semana como no importaba lo bueno que se pudiera decir, siempre había algún hermano aportando la cizaña para que todo lo oído quedara en confusión en las mentes de los oyentes. Yo advertí de esto al hermano que compartía el tema, pero no me hizo caso. Mis presencias en la escuela dominical habían terminado, debía liberarme de esto que en vez de darme la paz me la quitaba, en vez de aclararme la mente me la ponía turbia. Mi presencia tampoco iba a ayudar, ya que al dar mi opinión sería tan sólo una mas dentro de la ya de por si situación confusa. Escribí en mi diario, el 23 de Febrero de 2004:
“Esta semana ha sido difícil en mi relación con La iglesia evangélica. En pocos días, hasta 2 personas me han preguntado por mi mujer respecto a que si es “convertida” (me pregunto si significará lo mismo que ser salvo). Primero un hermano, en un desayuno concertado, y apresurado ya que el tenía prisa para realizar sus tareas, y nuestra reunión se convirtió en un interrogatorio acerca de mi. Me preguntó que si yo había sido egoísta, me invitó a asistir a la reunión del coro el sábado por la noche. Me instó en cierto modo a plantearme el hecho de tener hijos, explicándome los beneficios que eso conlleva. Me instó en cierto modo a que trajera a mi mujer a la iglesia evangélica, y yo como siempre hago, le di las respectivas excusas de porqué eso no se ha producido aún, ni se cuando se producirá. Luego tuvimos algún contraste respecto al tema económico. Yo le dije que a mi me parece que el cristiano debe dar muestras de su humildad ante los demás (en el mundo), para que vean estos a quien servimos. Dije esto porque vi un coche en la puerta de la iglesia evangélica, bastante coche. La opinión de él es diferente, respecto al tema económico, creí entender. Aunque el vive apoyado por los hermanos económicamente. El sábado fui la iglesia, pero me encontré incómodo en un ambiente muy cargado. El hermano, que me había invitado a asistir, no estaba. Tampoco comenzaron a las 8:00 como me dijo, y tuve una charla con un hermano acerca de las “divisiones” en la iglesia. El estaba de acuerdo en que las denominaciones no son buenas y que debería existir unidad. Criticó a los pastores por no hacer esto posible, y habló de su pasado en otras denominaciones protestantes, del tema de “hablar en lenguas” que tienen otras denominaciones, de los problemas que esto ha causado, de las cosas que ha visto, y me insinuó también acerca de problemas anteriores en esa iglesia, relativos a este tema. Es poco edificante para mi el hecho de hablar en estos términos, y con esta persona siempre se habla en estos términos. De cualquier forma, parecía estar de acuerdo en lo que yo le proponía acerca de la unidad y la división. Y coincidimos en que mientras la iglesia en nuestra ciudad y en el mundo no esté unida no tendrá el poder para evangelizar que necesita.

El domingo fui nuevamente. De nuevo, ambiente frío, no siento tener amigos allí, a pesar de intercambiar palabras con algunos. Un hermano me felicitó acerca de lo último que le mandé por e-mail. De nuevo el espacio de lo que llaman escuela dominical me pareció desaprovechado en hablar de cosas que poco tienen que ofrecer al crecimiento cristiano, que debe estar basado en el amor y las buenas obras. Hablé un par de veces y me sentí de nuevo sin confianza. Cité profecía del Señor Jesús acerca de los tiempos finales y su similitud con los días de Noe, pero a nadie pareció interesar esta palabra.
Mas tarde fui a visitar a un hermano  que estaba enfermo. Cambié eso por estar con mi mujer y mis animales. Sentí en un principio la necesidad de hacerlo. Luego la visita para mi no fue tan grata. La charla con el, deriva últimamente siempre hacia el mismo sitio, y ya no disfruto como antes. Para colmo, vino un matrimonio de la iglesia  a verle, y coincidieron conmigo. La mujer,  después de enterarse de que estaba casado, me instó a llevar a mi mujer a la iglesia, y me dijo que Dios quiere que estemos juntos para aprender. No me pareció que entendiera mis excusas acerca de porque esto no se ha producido, ni de mis explicaciones acerca de lo que yo entiendo por “congregarse”. No lo conté allí pero lo cuento aquí: El jueves por la tarde, yo no fui a la iglesia evangélica, pero mi mujer y yo si nos congregamos para hablar de la Palabra de Dios, y oramos. Mi sensación fue de sublime paz, amor mutuo y sentía que el espíritu se elevaba[12]. Que diferente de otras sensaciones que siento cuando estoy en la iglesia evangélica  y el corazón me late más deprisa y la boca se me seca.[13]
La sensación que me dejó el domingo, fue que para algunos es imperativo [14]asistir a la iglesia evangélica  el domingo, cada semana, y que al que no lo hace así lo ven como si estuviera faltando a algún mandamiento de Dios, y que ahora no comprende pero que ya comprenderá. La noche para mí ha sido triste en mi espíritu, y tensión al despertarme sin poder dejar de pensar en lo que pasó esta semana. Sensación de no querer volver, pero atadura por algún compromiso con algún hermano.
    Otro día escribí en mi diario: “Hoy en La iglesia evangélica asistí por casualidad a un acto nuevo en mi vida; Se predicó desde el púlpito, el evangelio de salvación de nuestro Señor Jesucristo (modo de decir de los evangélicos). También se habló del bautismo y se explicó su simbología. El predicador hizo hincapié sobre la importancia de “la profesión pública” de la fe e instó a que el bautismo no fuera “demorado en exceso”, ya que es algo muy importante, ya que con el bautismo se proclama la Fe en que Cristo es el Señor.”[15]
 En mi opinión en esta congregación no se está predicando el mensaje tal y como lo vemos en las escrituras, y tenemos el testimonio y la forma en que esto es, por aquellos que nos precedieron. Más bien da la impresión de que algunas cosas se acomodan más en base a tradiciones y costumbres de cada una de las iglesias evangélicas, que siguiendo en la forma y en el fondo, aquello que nos fue enseñado por nuestros predecesores en la fe.
    Una hermana de la iglesia evangélica me escribió con bastante sinceridad, abriendo su corazón y me dijo acerca de cómo se sentía. Para mí fue un mensaje revelador de que se critica a los católicos por sus “pecados”, pero los problemas y el pecado están en todas partes. Ella decía esto:    «En cuanto a hoy en día; en parte me siento un poco triste porque veo que como iglesia estamos un poco estancados y volvemos una y otra vez a lo mismo. Creo que no buscamos lo suficiente la presencia de Dios y su voluntad. » «Se que hay hermanos a los que no les gusta nada que esto se diga, pero lo reconozcan o no, creo que la iglesia evangélica es una iglesia inmadura.» «Vemos demasiado el mundo que nos rodea y nuestros propios deseos. No logramos ver las cosas desde donde deberíamos, con los ojos de Dios y desde esa eternidad. Queremos que Dios haga, y de verdad tenemos en nuestro corazón que sea su voluntad. Pero a la hora de la verdad, salen nuestros deseos, y si no hace Dios las cosas como nosotros sinceramente creemos que es lo mejor, no nos conformamos.» «Yo particularmente, he estado demasiado tiempo también estancada, incluso creo que fui hacia atrás. Desánimo, rebeldía, soberbia. Me dejé llevar por demasiadas cosas. También comencé a mirar en mí y no a Dios. Solo veía mis circunstancias y me volví egoísta, como no lo había sido en toda mi vida.  Ahora estoy intentando salir de ahí. »
   
Más apuntes de mi diario:
    Solíamos reunirnos los domingos muy temprano, antes del culto para compartir un pequeño grupo de personas la Palabra de Dios y orar. Hice anotaciones en mi diario: lunes, 10 de mayo de 2004: Estuve hablando con mi hermano J***** mas de una hora acerca de varios asuntos: La iglesia evangélica, el pecado, el arrepentimiento, lo que debemos hacer. El me dice que el Señor le está demandando más en su vida.
    domingo, 09 de mayo de 2004: Esta mañana he compartido la Palabra  con A****** y J**** en La iglesia evangélica, acerca de la necesidad de velar, comprar oro refinado por el fuego y cuidar de nuestras vestiduras. También he hablado acerca de cuidar nuestra salvación, para que nuestro nombre siga inscrito en el libro de la vida. Basado en los mensajes a las 7 iglesias de Apocalipsis en el que el Señor habla de “conocer nuestras obras”. Luego vino F****** y oramos, hoy tuve un gran espíritu de oración y de alabanza a Dios. Mas tarde hablé acerca de que tenemos que ser luz para el mundo comportándonos como Cristo nos enseñó y luego hablé del fundamento que es Cristo. También hablé con el muchacho que conocí el otro día que se llama A****. Compartí con el algunas cosas de la palabra y le insté a llamarme en la semana para compartir. Llego a casa verdaderamente cansado.







[1] Una persona con esquizofrenia y con una vida perdida, que en aquella iglesia estaban intentando de seguir y atraer hacia su congregación.
[2] Palabra que utilizan en estas iglesias para decir que te están enseñando la fe cristiana.
[3] Cuando me levantaba muy temprano para orar a Dios, leer la Biblia y hacer estudios personales de la Palabra de Dios, tomando notas en cuadernos. Luego al despertar mi mujer, compartía con ella cada mañana mis nuevos descubrimientos y orábamos juntos. Esta práctica la había estado desarrollando durante los tres años anteriores mas o menos.
[4] Enseñar, evangelizar y estar relacionado con los asuntos de Dios
[5] En la Iglesia Católica decimos “catequizar”
[6] Recibí una postal suya meses después en las que entre otras cosas me decía que Dios me había “reservado” para algo especial.
[7] Entendiendo como comunión, la unión, la fraternidad, el amor entre los hermanos manifestado de una manera diferente a como el mundo se comporta.
[8] Según el concepto evangélico
[9] Ahora veo aquel acto mas como una necesidad de mi parte de confirmar mi fe ante Dios, un poco confundido por seguir sólo lo que veo en la Biblia o escuché a hombres, en vez de tener una visión global de la doctrina a la luz de la Iglesia verdadera de Jesucristo.
[10] Año 2012
[11] Tan reclamada como algo importante en varias partes de la Biblia. Uno de los pasajes que más me hacían meditar esto era 1 Co 10-13.
[12] Esta es una cosa que he experimentado unas pocas veces cuando he orado, es una sensación maravillosa, como si mi espíritu se elevara sobre mí, se me hace más grande la habitación, tengo como la sensación de flotar y mucha paz. Me cuesta abrir los ojos cuando me siento tan bien.
[13] Síntoma de ansiedad, es decir de miedo a algo. Incomodez.
[14] También en la Iglesia Católica es obligado asistir a Misa los domingos.
[15] Sólo de valor simbólico para los evangélicos de ciertas ramas protestantes.